jueves, 30 de marzo de 2017

Observaciones en el tratamiento de niños concebidos por fertilización in vitro


“En general, necesitan ayuda para reconocer estructuras,
necesitan ayuda “para encontrar su cuerpo”
y necesitan ayuda para sentirse seguros con sus emociones.”

“Una característica inusual e inesperada
que casi todos estos niños tenían en común
era que tenían algún tipo de relación con los óvulos fertilizados
que no fueron utilizados en la implantación
y ahora están congelados.”

Karlton Terry 
 Educador pre y perinatal


Si la consciencia del bebé antes de nacer es un tema todavía prácticamente desconocido por el gran público incluso en los campos de la salud y la educación, ¿qué decir del trauma psicológico inherente a la manipulación temprana de la vida que suponen las Técnicas de Reproducción Asistida? Cuando la biografía de una persona se inicia fuera del hábitat uterino de su madre en una concepción no ecológica, cuando se empieza el camino vital sin la protección y la bendición que brinda el ambiente natural de unión sexual procreativa entre un hombre y una mujer enamorados, cuando es violentamente forzado el sexo entre un espermatozoide y un óvulo... ¿alguien piensa que no va a tener serias consecuencias para ese nuevo ser humano en crecimiento, para su familia y para toda la Familia Humana?

A continuación un artículo pionero firmado por Karlton Terry, educador pre y perinatal, publicado en español en el 2011 por la revista La Marea nº16, editada por la Asociación Española de Terapia Biodinámica Craneosacral (AETBC). Su valiente y humilde testimonio sigue hoy no sólo vigente sino que resulta una aportación de urgente necesidad. Debido a su trascendencia es recuperado y reproducido íntegro por el presente blog La Vida Intrauterina con el permiso de la asociación.

Un documento para leer con calma y asombrarse de principio a fin, que brinda esperanza y guía especialmente para padres y madres con hijos manipulados por las TRA, indicado para educadores y profesionales de la salud así como toda persona interesada en el bienestar del Ser Humano y la Humanidad. Una invitación a maravillarse del poder del Amor y a reconectar con la Sabiduría y el Sentido del Orden de la Naturaleza.


Observaciones en el tratamiento de niños concebidos por fertilización in vitro
Por Karlton Terry
Educador pre y perinatal
Denver, Colorado




En mis talleres para bebés en Boulder, que tienen lugar aproximadamente una vez al mes, invitamos a los bebés y sus padres a unirse a nuestro personal durante un período de cuatro horas. Nos turnamos para centrar nuestra atención en un niño o niña y su familia durante una hora y luego pasar a la siguiente familia. Durante el transcurso de los últimos años hemos visto niños y niñas de muchas edades, desde recién nacidos hasta los cinco años de edad. Hemos trabajado con bebés adoptados, bebés que han tenido partos traumáticos o cirugías elaboradas, bebés nacidos por cesárea, bebés concebidos por Fertilización in Vitro (FIV), y bebés con retrasos en el desarrollo.

En este formato, tengo dos asistentes. Uno de ellos es un experimentado terapeuta del método Rolfer que está bien preparado para asistir al cuerpo humano con varias disciplinas, incluyendo la terapia craneosacral. Su papel es controlar las expresiones somáticas de los bebés, ayudarme en la toma de contacto físico, e incluso a veces hacer un poco de trabajo craneosacral. Mi otro asistente es un consultor y formador de padres. Su papel es fijarse en el bebé y los padres con la intención de observar sus sentimientos, es el que se encarga de “empatizar”. Ambos asistentes han sido alumnos míos desde hace varios años, y por lo tanto tienen una formación orientada hacia las influencias pre y perinatales en la vida de los niños. Para completar nuestro personal, un educador infantil juega con los bebés que no están siendo el foco de nuestra antención.

Uno de los aspectos de nuestro formato que contribuye a la fibra dinámica de las familias es que los padres comparten mucho entre sí. Siempre es maravilloso y revelador escuchar lo que los padres piensan y sienten sobre sus hijos, cómo están creciendo, y qué tipo de retos están afrontando. Además, es productivo y tranquilizador para los padres poder oír unos de otros cómo lidian con los desafíos que tienen en común.

Cuando es posible, nuestro objetivo es tener bebés con historiales o historias similares agrupados en el mismo día. Por ejemplo, se podría organizar una sesión de mañana con cuatro niños adoptados. Otra de las sesiones podría estar compuesta por bebés que nacieron por cesárea. De esta manera, los padres con experiencias similares pueden unirse y compartir sus ideas. Los casos que describimos aquí son de clientes de mi consulta privada con niños concebidos por FIV, que también asistieron al taller. La combinación de trabajo privado y experiencias de grupo ha demostrado ser un excelente soporte para muchas familias.

En mi consulta, he tenido la oportunidad de trabajar con cuatro parejas de mellizos de diferentes edades todos concebidos por FIV. He visto a cuatro de ellos durante cuatro años, empezando cuando eran bebés. Los otros cuatro eran mayores cuando los conocí. La pareja de mellizos mayor tenía ocho años.

Cabe señalar que todos los bebés probetas están muy controlados y manipulados a lo largo de su proceso de gestación; desde antes de la concepción hasta el nacimiento son manejados, examinados y evaluados.

Casi todos los bebés probeta nacen por cesárea. La mayoría son mellizos, ya que los óvulos fecundados que se implantan en el útero son varios con el supuesto de que no todos van a vivir. Los huevos fertilizados excedentes se congelan y se guardan en el laboratorio. Estos son sólo algunos de los procesos por los que todos los bebés probetas pasan. (Hay muchas razones para este escrutinio y manipulación a menudo complejo e invasivo. Muchos médicos y técnicos pueden tener un deseo sincero de ayudar a parejas estériles, pero sospecho que parte de la motivación es que los laboratorios de FIV desean presentar el más alto porcentaje de éxito cuando se publicitan a los futuros padres.)

Los bebés probetas (según mi limitada experiencia) parecen tener algunas cosas en común que no llego a ver en otros bebés o niños que podrían ser clasificados en un grupo basado en experiencias comunes (por ejemplo, bebés nacidos por cesárea, o bebés adoptados de culturas diferentes). En general, necesitan ayuda para reconocer estructuras, necesitan ayuda “para encontrar su cuerpo” y necesitan ayuda para sentirse seguros con sus emociones. Espero que estas características de fondo se ilustren en los ejemplos siguientes, junto con algunos temas y dinámicas más individualizadas.

Una característica inusual e inesperada que casi todos estos niños tenían en común era que tenían algún tipo de relación con los óvulos fertilizados que no fueron utilizados en la implantación y ahora están congelados. Ninguna de las familias con las que he trabajado había decidido qué hacer con los óvulos congelados. Las distintas opciones que hay actualmente son: implantarlos en la madre en un intento de tener más hijos, donarlos para la investigación con células madre, deshacerse de ellos, o mantenerlos en un limbo, congelados. Todos los padres vivían un gran conflicto a la hora de llegar a un acuerdo con qué hacer con los óvulos, y ninguno de ellos quería tener más hijos. Uno de los padres contaba cómo los óvulos eran “sólo óvulos” cuando fueron implantados, pero una vez que habían tenido hijos de ellos, los óvulos parecían cobrar un significado mayor. No sé si esta cuestión se discute de forma rutinaria con los padres que están en las etapas tempranas de asesoramiento antes de proceder con los intentos de Fecundación in Vitro. Sin embargo, creo que es éticamente significativo y debe ser discutido con los posibles futuros padres, ya que todos ellos en mi consulta sufrían y realmente siguen sufriendo a la hora de determinar qué decisión tomar.

Las formas en que los bebés concebidos por FIV parecían tener relaciones con los hermanos y hermanas “no presentes” era variada. Una melliza de un año de edad en una de las familias, una niña que ya era capaz de ponerse de pie y comenzaba a decir sus primeras palabras maravillosas, mostraba un patrón de conducta consistente, mirar hacia arriba y hacia su izquierda. Cada vez, después de mirar en esa dirección, podrías leer en su rostro y en sus ojos claramente una expresión triste. Tanto los padres como yo estuvimos de acuerdo en que su expresión era de nostalgia. Su comportamiento con la “mirada” fue constante y evidente, por los que los padres y yo coincidimos en que podría ser algo con lo que trabajar.

Nos dimos cuenta que sólo repetía ese comportamiento con la mirada cuando estaba de pie. En una sesión probé a sostener diferentes objetos en la zona hacia donde parecía estar mirando para ver si había respuesta. Primero sostuve una pequeña pelota de goma toda rugosa, pero parecía mirar más allá de la pelota. Entonces probé con un libro de imágenes, tanto los padres como yo coincidimos en que parecía estar participando en el proceso conmigo, pero también parecía estar mirando a través, o más allá del libro. De repente me vino la idea de que podría estar experimentando algo relacionado con su concepción, incluso algo que ver con los óvulos fertilizados no implantados de su proceso de Fecundación in Vitro.

En respuesta a este impulso, seleccioné dos pequeñas muñecas bebé desnudas. Cuando me vio elegir estas muñecas comenzó a emocionarse y temblar un poco. A través de un cruce de miradas con los padres, comprobé que todos se mostraban de acuerdo en que estaba pasando algo importante. Cuando puse las muñecas en la zona donde pensaba que había estado mirando, la pequeña tembló de forma más acusada, se echó a llorar, y corrió hacia sus padres, que la cogieron con simpatía. Estaba claro, por la mirada de sus ojos, que estaba procesando algo muy profundo, y que a través de la empatía con sus padres, se estaba desarrollando un proceso de curación.

En la parte de análisis al final de la sesión, era reacio a plantear la idea de que tal vez la niña estaba viendo o sintiendo algo que ver con sus hermanos concebidos, pero no implantados, y no presentes. Los padres de niños probeta pueden ser muy sensibles a todo el proceso que han sobrellevado para tener hijos. A menudo hay mucha vergüenza a muchos niveles: la vergüenza de no poder concebir de forma natural, la vergüenza debido al escrutinio constante y a veces invasivo de los médicos, y la vergüenza por la disposición de los óvulos no fertilizados, y la vergüenza de no ser capaz de tener un parto vaginal. Rara vez hago referencia a los embriones congelados o hago preguntas sobre ellos a menos que los padres saquen el tema a colación.

En este caso, ambos padres se pusieron a llorar y me explicaron que recientemente habían estado hablando acerca de la posibilidad de que su hija hubiera estado “buscando a sus hermanos.” (Me aseguraron que estas conversaciones las habían mantenido siempre fuera del alcance del oído de sus hijas). A pesar de que ya había trabajado con ellos durante algún tiempo, y que me profesaban una gran confianza y se sentían seguros en nuestro trabajo conjunto, explicaron que habían sido remisos a contarme lo que sentían que podía significar este comportamiento. Esta sesión ayudó a sacar a la luz los sentimientos de la niña y los padres en un ambiente de escucha completamente seguro.

Ahora me gustaría describir una experiencia aún más reveladora sobre la relación de un bebé FIV con sus hermanos congelados. Esto ocurrió con una familia muy querida y cariñosa con la que había trabajado durante más de cuatro años. Los padres eran extremadamente atentos, afectuosos y respetuosos con sus hijos, un niño y una niña. La hija comenzó a tener unos sueños muy significativos hacia el final de los cuatro años de trabajo conjunto. Estos sueños empezaron después de varias sesiones que se habían diseñado para ayudar a los niños a sentir una mayor resolución con respecto a ciertos aspectos traumáticos de su concepción, que fue a través de la técnica de introyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). La concepción in Vitro por ICSI implica el uso de óvulos donados. El espermatozoide del padre se centrifuga para obtener los más grandes. Estos son inyectados en los óvulos donados, y los huevos fertilizados resultantes se implantan en la madre.

Estos padres consideraban importante pasar un tiempo con sus hijos cada mañana. A lo largo de los últimos años habíamos hablado con frecuencia en las sesiones de los sueños que los niños habían tenido. En esta sesión, en particular, los padres estaban muy excitados y me pidieron un poco de tiempo sin los niños. La madre me explicó que su hija había estado muy alterada por un sueño y le había pedido que la cogiera durante un buen rato por la mañana. Cuando la madre le invitó a compartir con ella lo que quisiera, la niña respondió: “Tenemos que hacer algo con mis hermanos y hermanas.” A continuación, explicó, “tengo cinco hermanos y tres hermanas.” La madre entonces me dijo que había siete embriones sobrantes. Las matemáticas salen si contamos a su hermano mellizo vivo. Entonces la niña continuó diciendo, “Mis otros hermanos y hermanas se están congelando. Se encuentran en una cueva en la nieve y están llorando. Tenemos que hacer algo”. ¿Qué se puede decir sobre una experiencia como ésta? Creo que sin duda esto merece una seria reflexión.

Una observación sorprendente con los varios casos de Fertilización in Vitro con los que he trabajado es que todos ellos han tenido algún tipo de desconexión con sus cuerpos. La mejor manera, aunque quizás no la más científica, de describir este fenómeno es que los bebés y los niños parecen tener dificultades para estar conectados, organizados y relajados en su propio cuerpo. Podría llegar más lejos y decir que, según mi propia percepción subjetiva, incluso parece que tienen dificultades para “encontrar” su cuerpo. Con esto me refiero a algo muy diferente de, por ejemplo, la relación que los niños con parálisis cerebral (PC) tienen con sus cuerpos. Estos niños parecen tener una calidad densa, tanto neurológica como fisiológicamente, mientras que los niños nacidos por FIV parecen tener todo lo contrario. Yo lo describiría como una ligereza, o delgadez en la conexión entre el sistema físico y la persona en su interior. O tal vez podría ser descrito como una falta de armonía entre “sí mismos” y sus cuerpos. Los niños FIV que he conocido parecen tener una relación tentativa con las estructuras y las formas, incluyendo la propia estructura de sus cuerpos.

Creo que una de las mejores maneras de ilustrar lo que estoy hablando es describir una experiencia que tuvimos en una tarde cuando estábamos trabajando con cuatro hijos de tres familias. Todos los niños nacieron por cesárea. Dos de ellos fueron concebidos de manera natural, mientras que los otros dos fueron concebidos por Fecundación in Vitro. Uno de los juegos que usamos para trabajar con los bebés por cesárea implica la creación de un túnel o “guante largo” con la intención de representar el canal del parto a través del cual podría haber nacido. El túnel es creado por los padres y los asistentes organizados en dos filas, con una “salida” al final. Por lo general, la salida se hace con dos sillas cubiertas con mantas, de forma que haya un agujero en el medio a través del cual el bebé sale a encontrarse con la madre que espera en el otro lado. La idea es organizar un canal de parto simbólico con la intención de animar al bebé a experimentar y entender un poco lo que podría haber sido pasar por un parto vaginal, en vez de ser sacado del útero. William Emerson y otros han utilizado con éxito esta técnica para la resolución de los traumas resultantes de los partos por cesárea.

Le pedimos a cada niño (entre tres y cuatro años de edad y por lo tanto con la edad suficiente para comprender juegos e instrucciones simples) que empezara en el extremo abierto del canal uterino, luego gateara o se moviera por el túnel (la vagina) y por último saliera por el otro extremo de las mantas para reunirse con la madre. Los dos primeros bebés en ir fueron los bebés concebidos de forma natural y nacidos por cesárea. Los niños fueron animados por los padres y los asistentes que formaban el canal del parto. Los padres los tocaban y les decían cosas como: “puedes hacerlo!” Y, “ve por ahí, mamá está en el otro lado!”. Los dos primeros bebés se activaron durante el proceso (mostraron signos de estrés), se pararon, pugnaron (aunque no había ningún impedimento físico que les impidiera seguir adelante), y trataron de salir por las paredes del túnel. Este intento de “salida lateral” es muy común en casi todos los bebés por cesárea que he visto hacer el ejercicio, especialmente cuando es nuevo para ellos. Se trata de una recreación directa de sus verdaderos partos por cesárea. Con el tiempo, ambos bebés (yendo de uno en uno, mientras los otros tres jugaban en el área de la guardería) logró gatear por el canal del parto simulado, atravesar la manta, y reunirse con sus madres.

A continuación le llegó el turno al siguiente niño, uno de los niños FIV. Cuando se le pidió que fuera hacia la entrada del canal uterino, se echó a reír, entró en el túnel desde el lado, se abrió paso por el otro lado en un ángulo perpendicular y luego se fue alrededor de las sillas (salida de la vagina) y abrazó a su madre. Su hermana, la otra bebé nacida por FIV y cesárea, estaba mirando desde la zona de la guardería. Vio a su hermano participar felizmente en el juego y creyó entonces tener permiso para entrar en el juego. Se le pidió que fuera hasta el final del túnel, pero hizo un camino al azar por dentro y fuera del túnel y alrededor de las sillas hasta su madre. Los dos pequeños, al parecer creyendo que estaban jugando al mismo juego que los dos primeros habían hecho, se movieron de un lado a otro y al azar alrededor de los padres y los asistentes que mantenían la estructura del túnel. Por mucho que el padre les explicara las reglas los niños no participaban de nuestra versión del juego. Los dos, sin embargo, suelen entender y seguir instrucciones (a veces con un poco de negociación). Por último, el padre, un poco frustrado, se dio por vencido y, queriendo que tanto su hijo como su hija tuvieran la experiencia de pasar por el canal del parto, preguntó si podía coger a uno de ellos y ponerlo en la entrada. Nos pusimos de acuerdo y reorganizamos el túnel de manera que el padre se pudo colocar en el extremo del útero. Puso a su hijo en la entrada del canal del parto y prácticamente le rogó que entrara por él y atravesara la manta hasta salir al otro lado con su madre. El pequeño se limitó a dar saltos y se puso a perseguir a su hermana que no paraba de entrar y salir del túnel.

Finalmente renunciamos a la idea de que los niños siguieran intentando el juego, porque nos dimos cuenta de que habría exigido demasiadas indicaciones. Simplemente no podían seguir las instrucciones de forma natural. No he tenido la oportunidad de repetir el ejercicio con otros niños FIV, pero no me sorprendería si los resultados fueran similares.

Los niños FIV, como todos los otros niños, pueden ser unos seres humanos preciosos y tiernos. Ciertamente he llegado a querer y conocer muy bien a estos pequeños con los que he trabajado. Puedo decir que en algunos aspectos, especialmente cuando se refiere a la estructura, la forma y las relaciones personales con sus cuerpos, los niños FIV que he conocido han experimentado cierta frustración extra, al igual que sus padres. Según mi limitada experiencia, los niños probeta parece que necesitan un poco más de atención en algunas áreas. Si mis observaciones se pueden generalizar a todas las personas nacidas por FIV, se podría decir que los bebés FIV pueden no ser siempre los “saquitos de alegría” que sus padres esperan. Además, los bebes FIV a menudo son mellizos, lo que aumenta las demandas de cuidado de los padres ya de por si estresados. Los padres de los bebés FIV ya han pasado por mucho, a veces tratando de concebir durante años antes de recurrir al proceso de Fecundación in Vitro, lo cual es caro y riguroso.

Me preocupa que la tecnología FIV haya avanzado mucho más allá que nuestra comprensión de los efectos psicológicos del procedimiento. Los padres con problemas de fertilidad estaría mejor atendidos con un estudio serio sobre las tendencias psicológicas y fisiológicas en los niños FIV. Entonces informarse de una forma más completa de antemano, para luego poder tomar una decisión que implica un desembolso importante, además de una fuerte tensión gestacional para la madre y el bebé, así como (casi siempre) un parto por cesárea y la duplicación repentina del tamaño de la familia.

No sé si las características que he observado están presentes en todos o muchos de los niños FIV en la población general, y no he oído hablar de estudios realizados en esta área. No sé lo relevante que puede llegar a ser esto para la cultura de la Fecundación in Vitro que se está creando y creciendo rápidamente. Sé que estas tendencias han tenido un efecto real y evidente en todas las familias con las que he trabajado, y estoy preocupado por la creciente popularidad de las concepciones por fecundación in Vitro que no prestan atención a este nivel de conciencia.

Curiosamente, dos de mis familias (el 50%), después de una gran cantidad de trabajo personal con sus bebés, lo que obviamente tuvo un profundo efecto en los padres, sin querer, y para su sorpresa, concibieron y dieron a luz de forma natural. Parece que algo cambió en los padres durante el proceso de ese trabajo tan profundo y empático con los niños FIV.

Karlton Terry
Educador pre y perinatal
Denver, Colorado
IPPE: Institute for Pre and Perinatal Education

Artículo en inglés:
Observations in Treatment of Children Conceived by In Vitro Fertilization


Asociación Española de Terapia Biodinámica Craneosacral


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