domingo, 8 de mayo de 2016

El embrión ficticio: historia de un mito biológico, libro de Gonzalo Herranz

”Hay que trabajar duro
para desmontar,
para deconstruir
pieza a pieza
la teoría del preembrión.
Es un error ético,
sobre todo;
y más ofensivo,
es un engaño científico.”

“Para ocultar la pérdida de embriones,
se echó mano del eficaz recurso de cambiar el significado de las palabras.
Esa manipulación del lenguaje se operó en dos ocasiones diferentes.
En la segunda se introdujo el nuevo término de preembrión,
para devaluar el estatus del neoconcebido
durante las dos primeras semanas de su desarrollo

y así absolver de culpa la inevitable pérdida y destrucción de embriones humanos
ligada a la reproducción de laboratorio.
En la primera, se redefinió el término ‘concepción’,
lo que trajo consecuencias importantes
para poner nuevos límites a la cronología de la gestación y el aborto,
y así librar a la contracepción de la sospecha de ser abortifaciente.”
Gonzalo Herranz

De incalculable valor el minucioso y brillante trabajo de investigación de Gonzalo Herranz que culmina con su libro publicado en el año 2013 “El embrión ficticio: historia de un mito biológico”. Herranz, Profesor Honorario de Ética Médica del Departamento de Humanidades Biomédicas de la Universidad de Navarra, Catedrático de Histología, Embriología general y Anatomía patológica, es uno de los principales representantes de la ética profesional de la medicina en España y Europa. 

Herranz analiza minuciosamente toda la literatura científica que en su momento fue utilizada como argumentación para restarle dignidad al embrión humano, quitarle el sentido de ser persona, su humanidad y así dejar el camino libre de carga moral para poder legislar sobre técnicas de reproducción asistida, interrupción voluntaria del embarazo, experimentación embrionaria, etc. Se creó así un "embrión ficticio" al que llamaron "preembrión" por considerarlo como una "estructura prehumana". El exhaustivo análisis crítico que el Profesor Herranz realiza de todos esos argumentos que pretendían sustentar la deshumanización, demuestra que no son válidos y no prueban lo que afirman, ya que "nunca se basaron en datos embriológicos fuertes y comprobados, sino solo en suposiciones más o menos plausibles o en observaciones preliminares". Esos datos forman parte de lo que él llama una "biología ficticia del preembrión" compuesta de “prejuicios universalmente aceptados, generalizaciones infundadas, imaginaciones nunca sometidas a escrutinio riguroso que son aceptadas por todos.”

A continuación recomiendo los videos de dos conferencias del profesor y unos extractos de su artículo El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro, publicado en Cuadernos de Bioética XXV 2014/2ª dónde Herranz sintetiza con claridad sus descubrimientos más importantes. Imprescindible información para comprender con mayor precisión la deshumanización orquestada que sufre el mundo moderno:


“Hace ahora algo más de 50 años, casi todo el mundo pensaba que el embrión humano era merecedor del máximo respeto, y que no era decente, sino criminal, dañarlo o destruirlo. Pero el mundo ha cambiado: los profesionales, los legisladores, la gente civilizada y moralmente correcta, la mayoría de los ciudadanos, ya no piensan así: se han dejado convencer por

los biólogos de que tales técnicas no matan embriones propiamente dichos, sino solo células precursoras, entidades que no son embriones. En consecuencia, concluyen, esas técnicas son aceptables: más aun, son moralmente buenas por ser inmensamente beneficiosas.”

Son argumentos que todo el mundo tiene por científicamente sólidos y de validez incontestable, tanto que, a lo largo del tiempo, nadie ha sentido la necesidad de revisarlos a fondo.


A todos esos argumentos subyace una tesis común: que los embriones perdidos o destruidos en las técnicas reproductivas no son, en realidad, embriones, sino estructuras biológica y ontológicamente precarias, precursoras de los futuros embriones: por eso, durante un cierto tiempo se les denominó preembriones.”

“En efecto, la contracepción no podría ser aceptada en un mundo en que el término “concepción” siguiera poseyendo su significado biológico de siempre: la concepción, sinónimo de fecundación, marca el comienzo de la vida de cada ser humano. Pero los dirigentes del American College of Obstetricians and Gynecologists decretaron que eso ya no sería así en adelante, y se inventaron una redefinición: en la nueva terminología obstétrica, concepción pasó a significar implantación del embrión en la madre: en adelante, concepción no sería ya, como hasta entonces, sinónimo de fecundación. La concepción, en su nuevo sentido, significaba y marcaba el comienzo del embarazo, justo 14 días después de la fecundación. A partir de la redefinición, esos 14 días serían pre-gestacionales, por lo que, en adelante y por definición, interrumpir la gestación sería en esas dos semanas un imposible, pues la gestación no había empezado todavía; y lo que no ha empezado, no puede ser interrumpido. Y como interrupción de la gestación equivale a aborto, no puede haber, por definición, aborto en las dos semanas que siguen a la fecundación. Por este sencillo procedimiento, la pérdida de embriones de menos de dos semanas de edad no se podría llamarse ya aborto. Entonces, ¿cómo llamarla? La nueva nomenclatura no da nombre a la pérdida de esos embriones. Y algo que ni siquiera tiene nombre no puede crear conflictos morales.

Esa manipulación del lenguaje provocó protestas y debates. Pero, al cabo de la jornada, se impuso el inmenso poder del establishment cientifista: los altos organismos internacionales (Organización Mundial de la Salud, la Federación Internacional de Ginecólogos y Obstetras, la Asociación Médica Mundial) y nacionales (asociaciones de especialistas) dieron carta de ciudadanía a la nueva nomenclatura.”

“El desplazamiento del “comienzo” de la vida individual a la implantación obligaba a los fautores de la nueva terminología a vaciar de contenido biológico y ético el evento de la fecundación.”


Gonzalo Herranz
El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro



“La bioética sana necesita de una biología sana”
Gonzalo Herranz

Conferencia 'La 'biología' de la bioética.
Usos y abusos de los datos científicos', por Gonzalo Herranz:
https://www.youtube.com/watch?v=Ha_7efW7IVQ



“Los 14 días son un mito”
Gonzalo Herranz

Conferencia de clausura del Máster en Bioética de la Universidad de Navarra,
a cargo del Profesor Gonzalo Herranz, 21 mayo 2011,

La biología de la bioética: usos y abusos de los datos científicos:
https://www.youtube.com/watch?v=smW_clKa1fw


Gonzalo Herranz es Profesor Honorario de Ética Médica del departamento de Humanidades Biomédicas de la Universidad de Navarra. Nacido en 1931, estudió Medicina en Santiago de Compostela y Barcelona. Realizó la formación de post-grado en Barcelona, Tübingen y Bonn. Catedrático desde 1970, de Histología y Anatomía Patológica (Universidades de Oviedo y Navarra). Vicerrector de la Universidad de Navarra entre 1974 y 1978 y decano de la Facultad de Medicina (1978-1981). Miembro del Consejo Directivo de la Academia Pontificia para la Vida (1994). Miembro del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO (1996). Recibió el Premio Médico Humanista del Año de España (1995). Experto en diferentes ocasiones (1986, 1987, 1989, 1991) ante el Parlamento Europeo (Bruselas y Estrasburgo) y presidente de la Comisión de redacción del Código de Ética y Deontología Médica de España.